La mayoría de estas nuevas moléculas buscarían superar dos de las limitaciones de los actuales antidepresivos: atender al 15 por ciento de pacientes resistentes que no responden a ningún tipo de farmacoterapia y mejorar la rapidez de acción, que con los clásicos se sitúa entre las dos y cuatro semanas. Estas nuevas opciones son, según la consultora, esketamina, rapastinel, bexpiprazol, cariprazina y las combinaciones de bupropión y dextrometorfano, buprenorfina y samidorfan, y sertralina y aripiprazol.
“En pacientes muy graves, con riesgo de suicidio o que no han mejorado con otras estrategias, la molécula más prometedora y que tiene un volumen de datos más contundente es la esketamina”, resalta Víctor Pérez Solá, que es el coordinador del Programa de Depresión del Ciber de Salud Mental (Cibersam).
DE DROGA A MEDICAMENTO
La droga psicoactiva ketamina se usa en anestesia y como antidepresivo de rescate en pacientes graves por vía intravenosa. La esketamina, sin embargo, se acompaña de un dispositivo para su aplicación intranasal y, como la ketamina, actuaría en pocas horas, lo que es especialmente importante en los pacientes más graves, como los que presentan riesgo de suicidio. “Se cree que podría superar en rapidez a la terapia electroconvulsiva y tendría un efecto mucho más persistente que la ketamina”, aclara Javier Correas, jefe de Psiquiatría del Hospital del Henares, en Coslada (Madrid).
Después de la esketamina, Juan Gibert, catedrático de Farmacología de la Universidad de Cádiz, señala que la molécula potencialmente más interesante sería el rapastinel, que se desarrolla como terapia adyuvante en enfermedad resistente y como la ketamina es de administración intravenosa. “Es un antidepresivo de acción rápida y de larga duración, así como un potente potenciador cognitivo debido a su capacidad para inhibir y potenciar la transducción de señales mediada por receptores NMDA”, apunta.
VIEJOS FÁRMACOS
Junto a esketamina y rapastinel, hay un puñado de moléculas que son viejas conocidas pero tienen como novedad su posible indicación en depresión o su uso en combinación. Entre estás está el antipsicótico aripiprazol con el antidepresivo sertralina, y la combinación del opioide buprenorfina con samidorfan, aunque esta molécula habría fallado en demostrar eficacia en los ensayos pivotales, advierte Gibert.
Otra potencial combinación consiste en el antidepresivo bupropión con dextrometorfano, principio activo de muchos preparados para el resfriado y la tos. “El dextrometorfano se ha usado en dolor y fibromialgia, tiene un efecto antiinflamatorio y está relacionado con la liberación de la histamina”, expone Inés López-Ibor, profesora de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid, que aclara que se investiga la implicación de la inflamación y la histamina en el origen de la depresión.
Entre las novedades también están los antipsicóticos atípicos cariprazina (Vraylar), de Allergan y Gedeon Richter, y bexpiprazol (Rexulti), de Otsuka y Lundbeck. Ambos cuentan con autorización de comercialización en Estados Unidos. “Los antipsicóticos llevan muchos años utilizándose en depresión resistente”, explica Correas. Su carácter diferencial respecto al resto tendrá su prueba definitiva en la clínica.
Pero aunque fármacos más potentes puedan obligar a reescribir los protocolos, la farmacoterapia, advierten los expertos, no lo es todo. Así, se muestran esperanzados por otros abordajes como la psicoterapia y las nuevas técnicas de realidad virtual, la estimulación magnética transcraneal e incluso el papel de nutrientes como el omega 3 o del microbioma.
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